Esta es una historia que habla sobre las vueltas que da la vida
“Ya sabes a la próxima te mato”. Así comienza una amenaza. Pasan las horas, los días y los meses y no pasa nada. A los seis meses te encuentras de nuevo con el intruso que te amenazó y no te recuerda. Tú si lo recuerdas a él. Como para no recordarle. Y oyes unas palabras similares de su boca “Como vuelvas te corto el pescuezo”. Claro, que esta vez no era para ti la amenaza. Era para tu amigo. Un día después le comentas todo lo sucedido y lo que sucedió en el otro "ayer". Él se queda asombrado por el cúmulo de casualidades.
Sentencia de muerte |
Tres años más tarde, tú y un amigo salen de marcha y se encuentran con ese individuo. Este personaje sospechoso no te recuerda a ti. El amigo de él sí. Lógico, siempre te ha recordado, como para recordarte ahora. Contigo tuvo una experiencia. Fue tu amigo antes. El mismo que fue amenazado. Pero esta vez no hay ni una pelea pero si existe una frase “A la próxima te mato”.
Está claro que en el colegio a la edad anterior al pavo, y en ésta, existen momentos entre los "mas gall@s" donde se proclaman amenzas a las cuatro vientos, no estamos hablando de bullying precisamente, aunque puede que tenga más parentesco de lo que parece a simple vista, estamos hablando de los problemas que surgen por una discusión sin o con importancia, y no se olvidan, es más, quedan en la retina. El bullying es más un ejercicio terriblemente constante que hace al receptor una persona más allá de lo frágil, una persona que no se siente persona por el acoso sin pudor del acosador.
Se quiera o no, las amenazas tanto por dominación, celos, cuentas pendientes, dinero, mujeres u hombres.., están tristemente en el quehacer de la vida diaria, y con las casualidades de las mismas, nos disponemos con el paso del tiempo a presenciar los más terribles actos del ser humano. Sin embargo, hay otras amenazas que se difuminan como lágrimas en la lluvia como diría la película de Ridley Scott, simplemente por el no recuerdo de lo acontecido no demasiado tiempo atrás, y lo que es peor, personas que no habían ido por el lado equivocado, caen en los vicios del cainismo.
Así las sentencias de muerte son hechos transitorios y mezquinos, terribles en la niñez y muchas veces consecuentes en la vida adulta, donde la persona que la ejerce puede afirmarse que no ha llevado a cabo el proceso de madurez de su persona, hecho difícil cuando muchas veces la educación no ha sido repartida desde los escalones más bajos de la infancia y otras veces, siendo repartida, cambia de bando cuando seguir a la banda del más guay o más fuerte te recluta.
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